El fin del mundo está por llegar y el apellido Dibiaski lleva su nombre. ¿Es realmente un meteoro el causante del fin del mundo o una sociedad increíblemente estúpida?
Una científica aspirante al doctorado en astronomía descubre un meteorito de diez kilómetros de diámetro (lo que se calcula, fueron las dimensiones del meteoro que acabó con los dinosaurios y dio forma al Golfo de México hace muchos años), que anuncia una colisión con el planeta azul…así comienza una aguda sátira sobre la sociedad actual y el gobierno de uno de los países más poderosos del orbe.
El fin del mundo…
Cada uno de los elementos que expone Adam McKay están cuidadosamente seleccionados… las prioridades expuestas en este (no tan lejano) panorama, son puntuales y específicos.
Una Meryl Streep ejerce de primera dama, elegida a la perfección con el mensaje que quiere enviar el director: su tendencia es aparentemente republicana, con referencias obvias al personaje de Donald Trump y a sus seguidores, pero el hecho de ser mujer, la empata con una probable Hillary Clinton como presidente de Estados Unidos, referenciada en fotografías expuestas que dejan bien claras sus tendencias.
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El mensaje es clarísimo: la democracia en Estados Unidos es un ejercicio ilusorio, donde el verdadero poder recae en intereses económicos que no entienden de ideologías.
El mundo se va a acabar y la gente más cercana a la ciencia lo sabe… ¿pueden transmitir el mensaje a la población mundial? ¿Se puede hacer algo? La respuesta es sí, pero los intereses económicos lo impiden, así como los frívolos usos y costumbres que aniquilan el mensaje.
Es brillante el despliegue de personajes que podrían ser cualquiera de los que observamos en televisión. El romance de una influencer le roba pantalla a temas que amenazan el futuro de la humanidad y el público aplaude…la sensación es dolorosa y solitaria.
La espera burocrática priorizada por tonterías y escándalos que opacan a la clase política en el poder, pone en stand by a los temas realmente importantes. Podríamos emular esta situación en cualquier país, donde las personas se dejan llevar por posturas que dañan a la verdadera información, empañados por intereses personales de la gente que ejerce el poder.
Una buena de acabar con la humanidad
La película nos lleva de la mano de “los que tienen razón”: El cometa Dibiaski no era una opinión: era una realidad y los números lo confirmaban… ¿cómo informar a la población sin alarmar? ¿Una piedad mediática justificaba un circo?
El director abarca temas sensibles como minimizar el género de la descubridora…la raza del encargado del tema, para perderse en una efímera fama de un Leonardo Di Caprio que se deja deslumbrar por un glamour fatuo donde se confunde con la seducción de una pseudo periodista interpretada exquisitamente por Cate Blanchet, aún sabiendo la verdad.
La simbología que refleja la película es enorme. Llega un momento en que no sabemos qué nos asquea más: si el gobierno o la sociedad que no solo no entiende, sino que crea tendencias estúpidas ante una realidad apremiante.
El poder económico personalizado por ese millonario que mueve los hilos de las decisiones es devastador. Hoy puede tener varios nombres y es lo de menos el apellido que ostente. La influencia económica es devastadora.
Cada uno de los personajes está bordado en una realidad dolorosa e indiferente. La burocracia y el peso mediático tienen más poder que la verdad y las personas reaccionan realizando actos estúpidos como niebla en la sombra.
La ignorancia toma la batuta y las consecuencias son devastadoras.
No mires arriba… ni abajo
No sabemos si la sátira se refiera a la crisis del COVID, a los anti-vacunas o a la necedad de aceptar un cambio climático que requiere una urgente acción común.
Las señales en la película son muchísimas, como es el auto rojo que envió Elon Musk en 2018 que flota en el espacio luego de la colisión, o el mensaje de Di Caprio que no estaba en el guion, donde afirma “La cosa es que nosotros realmente lo teníamos todo. ¿No lo creen? Quiero decir, si nos ponemos a pensar”, dice con melancolía Randall en la cena de los últimos minutos mientras todo tiembla a su alrededor.
Las actuaciones de Jennifer Lawrence, Timotheé Chalamet, o Jonah Hill como la joya del nepotismo, así como el nefasto personaje de Ron Perlman, así como las intervenciones de Ariana Grande y la maestría de Meryl Streep…hacen una delicia para disfrutar en medio de la inminente tragedia que plantea la historia.
Hay una frase de Buda que reventó en mi consciencia al ver esta película: “El problema es creer que tienes tiempo”…estamos en un momento donde todavía podemos actuar. Ojalá y pongamos manos a la obra. Solo el tiempo lo dirá.
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Foto de portada: portal.andina.pe
