Un enorme risco de 300 metros de altura –la misma que la de la Torre Eiffel de Francia–, se levanta imponente sobre las áridas tierras del norte de Puebla. Pero su espectacular presencia no es lo más impresionante de esta maravilla localizada en las afueras del municipio de Ixtacamaxtitlán. Su mayor atractivo radica en la singular y peculiar iglesia que posa sobre esta construcción de la naturaleza: San Francisquito.
Construcción singular
Con una historia similar a la acontecida en la pirámide de Cholula, la edificación de la iglesia o capilla de San Francisquito tuvo un gran peso sustancial. Se cree que en lo alto de este risco –ubicado frente al cerro de Acolhua–, se encontraba un adoratorio prehispánico o minarete –punto de vigías de orden militar que daba dominio visual de gran parte del valle–.

Aunque no se tiene un registro exacto de su levantamiento, la capilla comenzó a construirse con acabados muy sencillos. Fue hasta el siglo XVIII cuando se cambió el techo de teja por una hermosa cúpula de medio punto, la cual continua vigente hasta la actualidad.

Cuenta también con una fachada de estilo neoclásico que se complementa con el campanario. En el interior se pueden observar viejos grabados sobre las paredes donde destaca una repetición de la doble águila austriaca. Esto podría ser un homenaje al príncipe austriaco Maximiliano, el cual gobernó México como emperador.
Un interior que te llevará al pasado
También destaca el altar de estilo barroco y la decoración de los múltiples techos abovedados. En una pared, junto a la entrada principal se encuentra una piedra con la fecha de terminación de la iglesia en 1622.
Actualmente, y a pesar del paso del tiempo, San Francisquito se mantiene como uno de los grandes atractivos de Ixtacamaxtitlán. Una prueba viviente de los ricos tesoros arquitectónicos de la Puebla más profunda y desconocida.
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Foto de portada: mxcity.mx