Entre las calles 2 Poniente y 5 Norte del Centro Histórico de Puebla se alza una edificación muy singular. Este inmueble, además de bello arquitectónicamente, es un lugar con una gran historia detrás. Nos referimos al Templo Metodista, un inquilino de la Angelópolis que llegó en la segunda mitad del siglo XIX.
El Templo Metodista presume un bello estilo gótico en su fachada, muy similar al de las iglesias anglicanas en Inglaterra. Su construcción comenzó en 1860, sin embargo, el proyecto se hizo oficial hasta 1875 cuando se levantó un orfanato y la primera capilla. Quedó terminada más de diez años después, en 1892.
La necesidad de un Templo Metodista en Puebla surgió a raíz del decreto de la libertad de culto en México, en la década de 1870. Diversas sociedades misioneras comenzaron a buscar lugares para establecerse en el país. Puebla fue uno de los lugares elegidos.
La inspiración para el nacimiento de este edificio histórico vino después de una sugerencia del arquitecto Augustus Welby Northmore Pugin. Él, en su obra “Principios verdaderos de la arquitectura cristiana” consideraba que los templos debían ser altos y con ventanales grandes para permitir el paso de luz al interior.
En 1922, el Templo Metodista sufrió un incendio. Dos años después de reconstruyó, bajo la dirección del arquitecto Rafael Ibáñez Guadalajara. Se respetó su estilo neogótico y sus grandes ventanales, aunque la decoración se realizó a base de herrerías y calados de piedra.
Posee una torre de estilo victoriano con un reloj. Es de dos plantas, con un vestíbulo, un coro y espacios complementarios, un salón social, área administrativa, cocina y capilla infantil. No olvidemos también su órgano y el presídium para el culto.
El ingreso está reservado solo para los miembros de la comunidad metodista. Sin embargo, cada que uno pasa por las calles donde se ubica, es inevitable voltear a ver su gran belleza y sobriedad exterior.
Foto principal propiedad de Zoltan Bagosi
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