La cocina de Puebla tiene reconocimiento mundial por las delicias que de ella emanan. Sus platillos ponen en alto el nombre de México en todos lados y podría considerarse un delito despreciarlos. En esta ocasión, hablaremos de uno de estos ejemplos notables, imperdibles, que lleva por nombre manchamanteles poblano.
El manchamanteles poblano es una delicia culinaria de sabor dulce, ya que su preparación incluye diferentes frutas como plátano, manzana, camote, durazno y pera. En pocas palabras, podría decirse que es un mole con toque frutal que le da una frescura y dulzor delicioso.
Se suele preparar en los pueblos y comunidades rurales de la entidad desde la época virreinal. La leyenda sobre su origen cuenta que se cocinó por primera vez en un convento poblano por una monja clarisa que estaba sorda.
Fue por su falta de oído que la religiosa confundió los ingredientes del tradicional mole poblano y agregó chile, plátano, pera, manzanas y piña. El resultado sorprendió y gustó a todos, tanto que lo comieron tan rápido que mancharon todo el mantel que cubría la mesa.
Desde entonces el manchamanteles poblano es un mole festivo. La carne que lleva suele freírse en manteca de cerdo, junto con frutas como durazno amarillo, pera, manzana y plátano macho, en salsa de chiles ancho y mulato. También lleva tomillo, almendras, canela, azúcar, nuez moscada en polvo, laurel, orégano y clavos de olor.
La carne por lo regular es de pollo o de puerco y se cocina en una olla grande con agua, cebolla y ajo. Además, hay que tostar los chiles para posteriormente mezclarlos con los otros ingredientes para hacer el mole. Después se hierve todo y se agrega la carne y la fruta al final.
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