Todo mundo ha probado los molletes, pero pocos son los elegidos para tener la dicha de degustar un mollete poblano. Al contrario del que todos conoce, este platillo de Puebla es dulce y se concibe como un postre con una receta única que ha pasado de generación en generación.
Un mollete poblano no se trata de un bolillo que se parte a la mitad y al que se le untan frijoles con queso, acompañado de un pico de gallo. No. Aquí en Puebla, el mollete es un pan relleno de crema pastelera, que se baña en una capa delgada de dulce de pepita de calabaza.
La receta de este delicioso postre data de la época conventual. Consiste en un pan de harina de trigo, muy parecido a las conchas, al que se le saca el relleno para colocar en su interior una deliciosa crema pastelera hecha con leche, yemas de huevo, mantequilla, azúcar, fécula de maíz, vainilla y coco rallado.
Al final se tapa y su superficie se cubre con pepita de calabaza finamente molida. Un platillo delicioso e intrigante, porque el comensal nunca se entera cómo llegó el relleno hasta el mero centro de este rico pan.
Aunque no tienen ninguna relación histórica, el mollete poblano y los chiles en nogada comparten la misma temporada. Motivo suficiente para degustar ambas delicias poblanas en una sola sentada.
Este delicioso postre se vende solo de julio a septiembre, aunque en algunos lugares también lo comercializan en los primeros días de octubre. Puedes encontrarlo en la famosa “Calle de los Dulces”, como cariñosamente los poblanos llamamos a la 6 Oriente.
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