Seguramente lo has visto por ahí, en las calles de Puebla. Más bien, seguramente has escuchado a más de uno, en tus andares por esta ciudad. Especialmente común en la zona del Centro Histórico y de las colonias populares, el carrito de camotes es todo un clásico de la vida poblana.
Hace unas décadas, era muy común escuchar y ver andar un carrito de estos. Su silbido característico era el anuncio de la llegada de un postre típico. Camotes hervidos y plátanos hervidos viajaban al interior de este carrito, que hoy parece una de esas creaciones retro futuristas.
Servidas con leche condensada o así solitas, las delicias que se vendían en el carrito de camotes sabía a leña. Y es que era con leña con el que se cocían los tubérculos a bordo del carrito.
¿Cómo funciona el carrito de camotes?
En su interior, el carrito de camotes resguarda un horno, el cual funciona a través de una caldera que se prende con lumbre de leña. Por este motivo, el papel de quien echa a andar el carrito es vital. Así, si el camotero lo lleva a prisa, el fuego se avivará con el aire. Por otro lado, si el camotero decide ir lento, el fuego bajará de potencia.
Cuando el horno se llena de humo o vapor, este sale a través de de un tubo. el cual, al ser liberado, emite el característico sonido de silbido con el que identificamos al carrito de camotes.
Un carrito… en Nueva York
Mientras que en México van desapareciendo, recientemente, a través de redes sociales, se viralizó el caso de un carrito en Nueva York.
Es Hernán Arellano, originario del municipio de Chiautzingo, Puebla, quien se encarga de manejar este carrito de camotes por las calles de Nueva York. Según cuenta el propio Hernán, las reacciones de muchos mexicanos que viven en la gran manzana es de suma nostalgia, al grado que lo detienen para tomarle fotos y llorar, mientras le cuentan anécdotas de sus vidas en México.
Si ves un carrito de camotes, no lo olvides: esta podría ser la última vez que lo veas, pues es un oficio en peligro de extinción.