Fuera de la capital poblana, este hermoso estado no solo se conforma de bellas ciudades, cascadas y grandes parques. Es también territorio de decenas de pequeños poblados enclavados en las montañas o los valles que cuentan con sus propios tesoros. Prueba de esto es Jonotla. El adorable pueblo de la sierra poblana no solo se compone de espectaculares construcciones y leyendas, se ha convertido en el mirador de toda una región llena de maravillas.
Desde donde brilla Puebla
Jonotla pertenece más al cielo que a la tierra. Y es que con dar un vistazo a todo el poblado te darás cuenta que las nubes y la neblina recurrente, parecen convertirse en suelo. Aunque los primeros asentamientos comenzaron hace siglos, la verdadera esencia de Jonotla dio inicio a partir de un lugar: el Santuario del Peñón o Mirador del Peñón.
Cuentan los locales que, en 1922, el niño Fidel halló la imagen de la Virgen de Guadalupe grabada sobre un enorme pedazo de roca al filo de un peñasco. La señal divina se puede ver actualmente en la ladera que hoy es la pared del santuario o Iglesia de San Juan Bautista. Suele ser visitada por decenas de fieles cada 22 de octubre, que entran a este templo para invocar la ayuda de la virgen y admirar la imagen divina.
Pero además de ser un sitio de revelación sagrada, el lugar es también hogar del mirador más imponente de la región. Cuenta con una vista de 360 grados y hay quienes dicen que durante los días claros, se puede observar parte del Golfo de México. Para llegar hasta este sitio es necesario cruzar un imponente puente y subir más de 150 escalones, desde los pies de la Iglesia de San Juan Bautista.
Mucho más allá de miradores
Jonotla es también tierra de grandes maravillas naturales como las grutas y cascadas de Tepetitlán donde podrás relajarte y refrescarte del caluroso clima. No te olvides de pasear por la cueva del Coro, aventurarte a los ríos de El Tozán y descubrir una cultura inmensa en la zona de Yohualichan.
Por último, te recomendamos visitar el pueblo y caminar por el icónico callejón del Beso. El sitio fue restaurando por artistas nacionales luego de un periodo de abandono. En la actualidad, se ha convertido en el punto perfecto para tomarse fotografías, admirar el paisaje y enamorarse de las pintorescas casitas. Si te gusta llevarte un recuerdo de los lugares que visitas, aquí podrás adquirir excelsas piezas de artesanos que trababan con la corteza del árbol de Jonote. Comunidades como Pochotitan y Tecpantzingo son los mejores sitios para hacerte de alguna de estas maravillosa piezas de decoración.
Foto de portada: pinimg.com
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